Trabajar con niños es un privilegio, un regalo y sobre todo una gran satisfacción personal. Siempre he considerado que mi labor en esta orquesta aparte de un obligado servicio a mi Sociedad Musical, es ante todo una enorme responsabilidad.
Siempre he considerado que en los primeras etapas de formación musical, los niños deben sentirse atraídos por la música de dos maneras contrastadas pero complementarias. Por una parte, la disciplina que caracteriza la grandeza de este arte: el sacrificio a través del estudio, las horas robadas a su casi inexistente tiempo libre, las carreras para llegar al conservatorio tras el Colegio, los papás convertidos en una nueva figura denominada: “papá-taxi”,y por otro lado, las sensaciones… ¿Sensaciones?, pues sí, esto es algo que sólo experimentamos los músicos, pero sobre todo, lo demuestran los niños que libres de complejos y empujados por su insultante ingenuidad, expresan sin palabras todo lo que sienten en una mezcla de responsabilidad impropia para su edad con cierta dosis de agradecimiento injustificado.
Este año hemos comenzado la temporada con nuevos retos, como dar importancia a aquellos que en etapas anteriores defendían atriles secundarios. Es el cometido de nuestra orquesta, y en esta labor, no sólo es necesaria la ayuda de los profesores y/o Director, también es necesaria la implicación de padres, quienes deben comprender lo sacrificado que es esto de la música, sobre todo cuando uno no tiene más que 9 años.
Feliz 2011
26 DE DICIEMBRE 2010
1ª Parte
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