Manuel Godoy
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Directamente…ser Director

Toda mi vida y desde que tengo uso de razón sólo he querido ser una cosa : Director de Orquesta. Mi abuela, contaba que cuando tan JULIO 2007 (519) sólo tenía 9 años, con las agujas de tricotar, aquellas metálicas y largas con terminación en punta, ya dirigía las grabaciones en “casette” de mi amada Banda de La artistica de Buñol. Desde aquel tiempo a hoy, han pasado muchos años, pero la emoción que sentía entonces, creo que la sigo conservando en cada actuación y es el estímulo diario que me impulsa a mejorar día a día. En aquella época no existía youtube, ni mp3 ni siquiera los Discos compactos y el acceso al conocimiento de las grandes orquestas y de los grandes directores estaban para aquellos privilegiados que podían comprar algún “vinilo” de vez en cuando. A pesar de ello, siempre me sentí un privilegiado por tener unos amigos, que como yo, amábamos la música casi de manera inconsciente.

Recuerdo con añoranza esas tardes de Domingo en casa de mi amigo Jose escuchando “a to meter” el final de Francesca da Romini de Tchaikowsky, la 1ª sinfonia de Mahler, o la 5ª Shostakovich, en las que de vez en cuando uno de nosotros se “lanzaba” delante de los demás  a mover los brazos empujados por el deseo de exteriorizar aquello que sentíamos…¡Parecíamos poseídos por algún malvado espíritu!

También recuerdo esos improvisados “ensembles” de la pandilla “Los super-cañotes” en el local de Pascua (casa de mi amigo Blay, ahora solista en la Sinfónica de Sevilla), en los que se mezclaba un fagot con una trompeta o un trombón con un clarinete y éramos capaces de “sacar de oído” aquellas melodías que habíamos escuchado en alguna grabación de bandas “extranjeras”.

Mi primera vez como director nunca lo olvidaré, con la Banda juvenil de La Artística y un pasodoble llamado “Cielo andaluz” de maestro Marquina. Ese día comprendí que dirigir era bastante más complejo que mover los brazos “al son” de una grabación. Los músicos hacían justamente lo que veían. Ante mi incredulidad ellos cada vez tocaban más lento, mientras yo gritaba ¡más deprisa, más deprisa!, sin darme cuenta de que toda la culpa era mía. Tenía 18 años y mi vida ese día cambió.

JULIO 2007 (721)Después de tantos años, considero que mi formación como Director no ha hecho más que comenzar. En cierta medida, creo que estoy en un momento de mi vida capaz de decidir qué quiero escuchar y creo que también de cómo puedo conseguirlo a través del gesto. La formación de un músico dicen que nunca acaba y aunque eso lo tengo bastante claro, espero nunca perder esa ilusión y afán de superación que desde niño siempre he sentido. ¿Un sueño?…directamente ser Director.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

no se puede explicar mejor...

Tomás.

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